miércoles, 24 de noviembre de 2010

CAZADOR CAZADO

                El tiempo siempre resuelve conflictos, muestra debilidades, simplifica gestos otrora estridentes o más comúnmente podríamos decir que hace que “por la boca muera el pez”. Y así, desguarnecido de forma casi avergonzante, ha quedado el flamante técnico del Real Madrid después de las directrices diseñadas en el partido contra el Ajax para limpiar de tarjetas a algunos de sus futbolistas más importantes en la Liga de Campeones con vistas al futuro de la entidad blanca en la máxima competición continental por clubs.
          Jose Mourinho, después de provocar un cisma en el fútbol español por acusar de falta de profesionalidad a un compañero, sólo ha necesitado unos días para dejar al descubierto que en el fútbol actual son muchos los factores que se han de controlar y pocos los charcos que de forma innecesaria tanto le gusta gestar al luso.           
             El entrenador del Madrid ha utilizado argumentos lícitos para beneficiar a su equipo pero, después de la que ha montado, ha dejado al descubierto claramente que nadie está libre de pecado en este circo. El luso con sus directrices en el Amsterdam Arena dejará la última jornada de la liga de campeones mermado a su equipo conscientemente. ¿Supone eso vulnerar la competición?. El Madrid juega la última jornada ante el Auxerre. El equipo francés y el Ajax se juegan ser terceros y, por tanto, continuar en competición continental esta temporada; sin embargo, Mourinho todavía en territorio holandés obvió ese partido para pensar sólo en octavos.
             La situación es plausible para sus intereses y el de la entidad que le paga pero el hecho no debería pasar de anécdota si no fuera por el menosprecio que él mismo ha utilizado para criticar decisiones técnicas de compañeros de profesión.
                  Nadie duda de la capacidad futbolística del entrenador portugués como tampoco de que  el virus de la egolatría se lo inocularon hace tiempo al técnico madridista pero, en sólo unos meses Mourinho ya ha mostrado demasiadas carencias educativas sin tener en cuenta que no hay que utilizar lanzaderas como armas arrojadizas porque en el juego todos las cartas pueden ser válidas y tú puedes verte “obligado” a utilizar “manos” envilecidas.

viernes, 12 de noviembre de 2010

MOURINHO, ¿POR QUÉ INTOCABLE?

                   Que José Mourinho dispone de una sapiencia futbolística sobresaliente es una evidencia. Un entrenador no consigue un palmarés tan dorado sólo por el azar, la suerte o la casualidad, conceptos que por sí mismos son vacuos y triviales en este contexto, pero que han creado un personaje egocéntrico, ególatra, provocador, rebelde e incendiario entorno a su persona es también innegable.
               Me estaba resistiendo a opinar sobre José Mourinho porque tenía percepciones y sentimientos divergentes respecto a su persona. Gente próxima a él elogia no sólo su profesionalidad sino su carácter.Se refieren al técnico del Madrid como una persona que gana en las distancias cortas, amante de la familia, protector de sus “chavales”, de conversación irónica pero lejos de la imagen camorrista que, no sé por qué, se empeña en diseñar en su retrato.
           Sin embargo, el conflicto dialéctico establecido entre el míster del Madrid y el siempre entrañable, chabacano, diáfano y cordial Manolo Preciado me ha despertado el ansia por clamar contra lo que es ya una desorbitada y belicosa brecha abierta entre ambos técnicos. Sobre todo por el compartimiento que esta misma tarde lamentablemente creo que envilece el siempre señorial estilo del Real Madrid al inmiscuirse en lo que era una batalla dialéctica entre dos técnicos rivales.
             La fanfarronería  de Mourinho puede ser incluso plausible para despertar a una entidad y exacerbar a una afición que comenzaba a acomodarse a ser dócil ante las debacles deportivas vividas las últimas temporadas, con los vaivenes incluidos entre luchas por ejercer el poder de un club que es una de las marcas internacionales más importantes en el universo futbolístico.
                No obstante, el técnico portugués se ha pasado y por fin ha encontrado quien le rete. Un hombre peleador, forjado en la adversidad pero con un corazón enorme donde sus bravuconadas no son nunca injuriosas.  Prometo que he repasado una y otra vez las declaraciones de Manolo Preciado y ni un insulto he encontrado en sus palabras. Ha contestado sin la ironía que tan bien maneja el portugués pero Manolo es así, habla con el corazón y no con sarcasmos. Sí le ha llamado canalla, pero con una acepción en una frase que inicia “si lo dice de verdad….”, es decir, condiciona que sea un canalla a saber si ha sido sátiro y provocador o si realmente en sus declaraciones no agudizó el ingenio que se le presupone y quiso conscientemente disparar  puyas que han caído como lanzas en tierras asturianas.
         El resto de las declaraciones del entrenador del Sporting no dejan de ser respuestas a la altanería de quien, ha venido no sólo a revolucionar el fútbol del Real Madrid, sino que sus aires de grandeza personal parecen endilgarle a convertirse en el  líder del fútbol nacional. Pero está entrando en territorio árido, no se puede atacar directamente al sentimentalismo y pasión del aficionado rival,  pero mucho menos se debe vapulear a un compañero de profesión con el objetivo de exacerbar su nerviosismo.
              Esa es la actitud que está marcando el comportamiento de quien, reitero, es un gran entrenador, un personaje excepcional para el fútbol, un “filón” para la prensa, por cierto, culpable de embrollos como el de hoy por la permisividad que ofrece a cuanto se desprende de las acciones o declaraciones de Mou. Ahí no puedo entender esa complicidad pública de reír todas las salidas de tono del portugués cuando se encara con un contrario sobre el terreno de juego (partido Levante-R.Madrid, se dirige a Del Horno cuando éste lesionado estaba tendido sobre la hierba), cuando se queja del ambiente hostil de la afición o de las incomodidades del estadio que visita (Condomina). La prensa actual no es objetiva, no importa, renunciar a la objetividad y mostrar tus señas de identidad incluso los colores que defienden tu línea editorial  no debe ser sancionable, pero sí criticable cuando ésta esconde lo que deberían ser reproches en pro de la deportividad de un fútbol que ya está bastante dañado en su imagen de fair play
              Que Mourinho castigue a Pedro León o Canales ante los medios, dos jóvenes promesas de nuestro fútbol que necesitan de esa mano izquierda que dicen los analistas posee el portugués no han sido, ni mucho menos, argumentos plausibles. Que insulte (enviar a la mierda sí es insultar) a un árbitro, no deja de ser una falta grave de respeto;  pero que encima un club tan grande como el Real Madrid publique un comunicado para reprochar declaraciones del técnico del Sporting a “su” entrenador no me parece propio de un club de la categoría del Real Madrid.
               Mourinho ha atacado a Preciado, el cántabro ha respondido. Es una discusión entre dos técnicos con los medios de comunicación como testigo. Son compañeros de profesión que se han faltado el respeto. Pero que el club ataque en desmesura al Sr. Preciado por sus declaraciones resulta irrisorio. Como diría un castizo “pero Madrid, pá que te metes”. Deja las cosas donde están, que se resuelva el incendio entre ellos o no, pero ese afán de proteccionismo a tu nuevo icono muestra casi un esclavismo servil de una entidad tan grande como el Real Madrid a quien es un empleado. ¿O acaso no es grave subordinar la ortodoxia e idiosincrasia de un club centenario a los intereses personales de un trabajador tuyo agente de la subversión?. Lo correcto hubiera sido hacer “oídos sordos” y que la singularidad de los principios éticos de la entidad no se subordinaran al interés de José Mourinho.
              Cuidado, sólo 4 meses y Mou ya se cree el rey del mundo futbolístico nacional. Tal vez no convertirse en acólitos de sus pericias le sería de más ayuda que bailar al son de sus cánticos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

LO BUENO SI BREVE…..

           Me considero no sólo una persona privilegiada por desempeñar la profesión que siempre quise desarrollar sino también por poder compaginar las obligaciones derivadas de mi oficio con lo que es una de mis grandes aficiones: el fútbol. Podría hablar de muchos deportes pero, no nos engañemos, la vida profesional casi queda circundada a la actualidad del balompié. Es el ocio en mayúsculas del siglo XXI, además del negocio más prolífero e incluso del endeudamiento más hiriente junto al de las instituciones públicas que mantienen en jaque la sociedad del bienestar.
           Todo eso y mucho más es ese deporte que se expandió desde Inglaterra a todos los rincones del universo futbolístico que configura hoy la totalidad del planeta, incluidos los recónditos países donde la pobreza es escandalosamente vergonzosa en pleno siglo XXI.
          Sin embargo, tanta ambición está envileciendo el fútbol. La saturación de partidos y su heterogeneidad en establecer horarios, unificar calendarios, etc.etc. están acabando no sólo con los espectadores en los campos de fútbol sino también con el hastío del aficionado. Hoy ya no es sólo la “parienta” la que “reniega” de tantos partiditos por tv, en pasajes como el mes de octubre y noviembre en España incluso el más fiel seguidor futbolero comienza a verse en la necesidad de elegir y de excluir partidos que antes hubieran supuesto índices de audiencia inefables o presencia en los estadios masivas.
          Semanas como la pasada o como esta misma en la que todos los días hay opción de presenciar un partido de fútbol acaban por hastiar. El daño se extiende al fútbol amateur que, no sólo parece condenado a la desaparición, sino que carece totalmente de repercusión mediática. Ya ni la segunda división  parece importante, sólo manda la élite, pero también lo mejor puede llegar a producir empacho. Y yo, personalmente, es así como me encuentro.
            Me gusta el fútbol, para mí, es arte una jugada de Messi, una galopada de Cristiano Ronaldo, una estirada de Casillas, un pase de Xavi o Iniesta; pero tengo miedo. El ocio es perfecto y necesario pero aglutinar bajo un mismo factor tantas horas no laborables pero hoy tanto fútbol resulta perjudicial no sólo para la buena relación familiar sino también para la salud mental del aficionado. Hasta los carruseles radiofónicos pierden su encanto, ya no son 5-6 partidos los de máximo interés que confluyen en un mismo horario, ahora es uno tras otro, son más horas de radio y televisión pero menos hora de vibrar. El aficionado de un equipo sabe que éste juega a una hora pues bien, se interesa por ese partido, como mucho por el de su rival directo y luego adiós muy buenas.
           Desde luego, en coyunturas de penuria querer recoger ingresos de cualquier fuente es casi necesario pero la liviana línea entre la saturación y la apatía quedan demasiado cercanas.
           Por eso, sé que mi voz es un desierto, que existen miles de argumentos económicos que tumban cualquier reflexión que quiera exponer pero a veces el refranero español nos ilustra de forma agigantada y por eso cabría estudiar si no es mejor homogeneizar eventos futbolísticos, coincidir horarios, establecer calendarios que no saturen semanalmente al aficionado…porque, muchas veces, “lo bueno si breve dos veces bueno” y “lo bueno también cansa”.

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