viernes, 12 de noviembre de 2010

MOURINHO, ¿POR QUÉ INTOCABLE?

                   Que José Mourinho dispone de una sapiencia futbolística sobresaliente es una evidencia. Un entrenador no consigue un palmarés tan dorado sólo por el azar, la suerte o la casualidad, conceptos que por sí mismos son vacuos y triviales en este contexto, pero que han creado un personaje egocéntrico, ególatra, provocador, rebelde e incendiario entorno a su persona es también innegable.
               Me estaba resistiendo a opinar sobre José Mourinho porque tenía percepciones y sentimientos divergentes respecto a su persona. Gente próxima a él elogia no sólo su profesionalidad sino su carácter.Se refieren al técnico del Madrid como una persona que gana en las distancias cortas, amante de la familia, protector de sus “chavales”, de conversación irónica pero lejos de la imagen camorrista que, no sé por qué, se empeña en diseñar en su retrato.
           Sin embargo, el conflicto dialéctico establecido entre el míster del Madrid y el siempre entrañable, chabacano, diáfano y cordial Manolo Preciado me ha despertado el ansia por clamar contra lo que es ya una desorbitada y belicosa brecha abierta entre ambos técnicos. Sobre todo por el compartimiento que esta misma tarde lamentablemente creo que envilece el siempre señorial estilo del Real Madrid al inmiscuirse en lo que era una batalla dialéctica entre dos técnicos rivales.
             La fanfarronería  de Mourinho puede ser incluso plausible para despertar a una entidad y exacerbar a una afición que comenzaba a acomodarse a ser dócil ante las debacles deportivas vividas las últimas temporadas, con los vaivenes incluidos entre luchas por ejercer el poder de un club que es una de las marcas internacionales más importantes en el universo futbolístico.
                No obstante, el técnico portugués se ha pasado y por fin ha encontrado quien le rete. Un hombre peleador, forjado en la adversidad pero con un corazón enorme donde sus bravuconadas no son nunca injuriosas.  Prometo que he repasado una y otra vez las declaraciones de Manolo Preciado y ni un insulto he encontrado en sus palabras. Ha contestado sin la ironía que tan bien maneja el portugués pero Manolo es así, habla con el corazón y no con sarcasmos. Sí le ha llamado canalla, pero con una acepción en una frase que inicia “si lo dice de verdad….”, es decir, condiciona que sea un canalla a saber si ha sido sátiro y provocador o si realmente en sus declaraciones no agudizó el ingenio que se le presupone y quiso conscientemente disparar  puyas que han caído como lanzas en tierras asturianas.
         El resto de las declaraciones del entrenador del Sporting no dejan de ser respuestas a la altanería de quien, ha venido no sólo a revolucionar el fútbol del Real Madrid, sino que sus aires de grandeza personal parecen endilgarle a convertirse en el  líder del fútbol nacional. Pero está entrando en territorio árido, no se puede atacar directamente al sentimentalismo y pasión del aficionado rival,  pero mucho menos se debe vapulear a un compañero de profesión con el objetivo de exacerbar su nerviosismo.
              Esa es la actitud que está marcando el comportamiento de quien, reitero, es un gran entrenador, un personaje excepcional para el fútbol, un “filón” para la prensa, por cierto, culpable de embrollos como el de hoy por la permisividad que ofrece a cuanto se desprende de las acciones o declaraciones de Mou. Ahí no puedo entender esa complicidad pública de reír todas las salidas de tono del portugués cuando se encara con un contrario sobre el terreno de juego (partido Levante-R.Madrid, se dirige a Del Horno cuando éste lesionado estaba tendido sobre la hierba), cuando se queja del ambiente hostil de la afición o de las incomodidades del estadio que visita (Condomina). La prensa actual no es objetiva, no importa, renunciar a la objetividad y mostrar tus señas de identidad incluso los colores que defienden tu línea editorial  no debe ser sancionable, pero sí criticable cuando ésta esconde lo que deberían ser reproches en pro de la deportividad de un fútbol que ya está bastante dañado en su imagen de fair play
              Que Mourinho castigue a Pedro León o Canales ante los medios, dos jóvenes promesas de nuestro fútbol que necesitan de esa mano izquierda que dicen los analistas posee el portugués no han sido, ni mucho menos, argumentos plausibles. Que insulte (enviar a la mierda sí es insultar) a un árbitro, no deja de ser una falta grave de respeto;  pero que encima un club tan grande como el Real Madrid publique un comunicado para reprochar declaraciones del técnico del Sporting a “su” entrenador no me parece propio de un club de la categoría del Real Madrid.
               Mourinho ha atacado a Preciado, el cántabro ha respondido. Es una discusión entre dos técnicos con los medios de comunicación como testigo. Son compañeros de profesión que se han faltado el respeto. Pero que el club ataque en desmesura al Sr. Preciado por sus declaraciones resulta irrisorio. Como diría un castizo “pero Madrid, pá que te metes”. Deja las cosas donde están, que se resuelva el incendio entre ellos o no, pero ese afán de proteccionismo a tu nuevo icono muestra casi un esclavismo servil de una entidad tan grande como el Real Madrid a quien es un empleado. ¿O acaso no es grave subordinar la ortodoxia e idiosincrasia de un club centenario a los intereses personales de un trabajador tuyo agente de la subversión?. Lo correcto hubiera sido hacer “oídos sordos” y que la singularidad de los principios éticos de la entidad no se subordinaran al interés de José Mourinho.
              Cuidado, sólo 4 meses y Mou ya se cree el rey del mundo futbolístico nacional. Tal vez no convertirse en acólitos de sus pericias le sería de más ayuda que bailar al son de sus cánticos.

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