domingo, 23 de octubre de 2011

DE CÓMO EL CAMBIO SOCIAL HA MATADO EL ESPÍRITU PERIODÍSTICO

           Querer analizar la realidad sin perspectiva histórica supone renunciar a la memoria que habría de prevalecer para construir con calidad el futuro en todos los ámbitos de la vida personal y profesional. En consecuencia, apelar a estos preceptos tiene el cariz de ser básico y transcendental en la cimentación de los pilares de la sociedad.
          Sin ninguna duda, el siglo XXI está siendo la centuria de una nueva revolución. La globalización de la indignación como estado anímico de la población mundial no es más que el resultado de las sacudidas que social, política y económicamente subyacen en este tiempo en el que transitamos.
             Tal vez por tantas convulsiones es por lo que somos incapaces, esta sociedad, este país, es incapaz de atemperar los nervios para reflexionar. Muchas veces sólo desde la catarsis surge el dictamen más acertado. Por ello, entiendo que pueda más el cabreo general y la rabia que la complacencia o el análisis racional; pero en este mundo existe una bendita profesión que debería saber acompañar en el camino de quienes contradicen informaciones pulcras.
            Está bien, muy bien, que el mundo se mueva por sentimientos pero a veces el raciocinio debería poder mucho más que la tormenta de abrazar ideales, a veces tan irracionales y triviales como los que se gestan en el fanatismo.
                Todo esto debería ser el ideal del ser humano pero mucho más trascendental entre quienes retratan la realidad que quedará plasmada en la historia: los periodistas.
               Enfada mucho si tienes el anhelo de querer contar noticias, sólo contar noticias, observar y escuchar palabras y comportamientos más próximos a la servidumbre ideológica que al excelente oficio de plasmar la realidad.
                 Tamizar todas las informaciones desde atalayas de una sola dimensión  convierte en apologistas a quienes, por desgracia, (sí por desgracia), han asumido encantados la autoría de dibujar contornos del paisaje con trazos de confusión en el camino de asumir que vivimos el periodo de construcción de una nueva sociedad.
                  En vano detallaríamos infinitas informaciones, pero estos días la noticia del fin de ETA, el asesinato de Gadafi o la retirada de tropas estadounidenses de Irak han sido retratadas desde perspectivas indignas de periodistas que asumen encantados el rol de protagonistas.
               Duele ver como naufraga el periodismo a borbotones, duele y mucho a quienes soñábamos con vivir con la humilde tarea de participar en edificar un nuevo mundo. Y duele saber que cada día se envilece más la profesión por el vil interés de sólo un puñado de personajillos. Ellos, sólo ellos, serán los que ganen su contienda mientras la prensa continua apartada del espíritu pionero del nacimiento de la otrora noble profesión periodística.

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