viernes, 28 de septiembre de 2012

A VECES LA LLUVIA....SI PARECE CAER HACIA ARRIBA

                Sólo podía acompañar para rematar el día del anuncio de la aprobación de unos rigurosos presupuestos estatales y la sensación depresiva del entorno, una jornada lluviosa de ambiente otoñal.

                En este siglo XXI no sólo son las hojas las que caen en estos últimos días de septiembre para transmitir melancolía o nostalgia, hoy  es imposible robar sonrisas. Aposentarse una jornada completa ante una Ventana Indiscreta como en su día realizaba el fotógrafo L. B. Jefferies (James Stewart) en la película de Alfred Hitchcok, permite contemplar la decadencia social a la que nos abocamos irremediablemente. La gente deambula con la mirada perdida ante su pantalla de teléfono móvil sólo para poder encontrar, a veces, entre monosílabos, el cobijo donde asentar esperanzas. Jamás una palabra se ha revestido de tanto anhelo y ha ofrecido una perspectiva tan opaca.

           La inseguridad en el ámbito laboral se acompaña hoy de la incertidumbre en demasiados aspectos que marcan la cotidianeidad y ante tanta perplejidad, ¿alguna solución?, ¿alguna esperanza?.

               El escepticismo se adueña de la población al comprobar que hasta su masiva queja en la calle (por mucho que algunos medios de comunicación se empeñen en minimizar y desacreditar) no sólo es desoida sino que también es vilipendiada por quienes habrían de escuchar al único regente del estado de derecho: el pueblo.

           Sin embargo, resultaría muy conveniente que los recelos y la perplejidad no adormezcan más a la ciudadanía y que los gestores asumieran no sólo su valía sino su necesidad. Diseñar un país empobrecido con espíritu languidecido y con moral resquebrajada sólo hace crecer en involución, precisamente todo lo contrario a los que nos vaticinaban un siglo XXI repleto de futuro.

           Difícil creen en el porvenir cuando resulta extremadamente difícil acabar cada jornada sin rasguños en el cuerpo, llagas en la moral y zarpazos en tus propios principios y valores.

viernes, 14 de septiembre de 2012

CÓMO RECUPERAR EL PERIODISMO


Definitivamente algo va mal. Es más que una constatación pero no es una perogrullada cuando llevamos meses cohabitando en un país donde el nivel de desempleo es feroz, donde el bienestar comienza a ser sólo factor de lujo y donde la población sólo sobrevive. Un territorio donde las sonrisas sólo surgen cuando convives con los pequeños, cuando la única alegría es aferrarse a pasiones irracionales que entronizan sentimientos y no hechos porque éstos, los hechos, son excesivamente hirientes.

La desesperación se ha asentado entre demasiados colectivos como para significar de la singularidad de un ánimo depresivo. La impotencia es tan generalizada que atisbar al horizonte es como mirar al abismo.

Ante la coyuntura tan plena de desatino, ¿quién defiende la realidad?.  Debería ser un orgullo ejercer la labor de periodista y tener la capacidad para denunciar, transmitir, defender y relatar tanta vorágine informativa, tantos hechos, tantas situaciones, tantas escenas; pero no, es precisamente en el momento cuando más razón de ser tiene la existencia del periodismo, cuando éste parece encaminarse sin freno hacia su extinción.

La catarsis de valores y principios es ya innegable como irrefutable es que el periodismo aparece más envilecido que nunca en el momento más ávido de su existencia.

Aludir a la independencia o la libertad es una quimera como utopía parece querer mostrar la verdad desde diferentes prismas cuando el camino de la verdad sólo es uno, sin interpretaciones, no hay interpretaciones en la realidad.

¿Solución?, difícil y complicada pero sólo desde la defensa de la VERDAD se puede llegar a intentar recuperar el viejo oficio de trovador.

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