Hay
días que necesitas que acaben, porque por momentos sientes que va a ser el día
el que acabe contigo. Son esas jornadas en las que el mundo parece sacudido
irracionalmente, son momentos en los que transitar por la vida supone un ejercicio
de supervivencia emocional, son esas horas que pasan dejando posos que hieren
el corazón por siempre.
En
una coyuntura en la que el mundo occidental que nos acoge parece realmente
empeñado en envilecer nuestro paso por este mundo, todo resultaría más
complaciente y llevadero si aquellos que han decidido que los ciudadanos o
individuos nos convirtamos en simples peones a quienes dirigir, dispusieran de
unos niveles en su vademécum de mínimos en conceptos como la ética, la
humanidad, la honestidad o la moral.