miércoles, 16 de enero de 2013

EL DANDY DEL VATICANO

      Pues yo sí creo que la Iglesia está en cuestión. Por mucho que aparezcan “sectas” de opusianos, kikos, testigos de Jehová, etc.etc. que además se encargan de intentar adoctrinar sociedades y manipular gobiernos, la Fe ya no mueve montañas, como mucho abre surcos. Si el Papa tiene que abrir cuenta en twitter para intentar llegar a sus feligreses apunta a grito de socorro.
     
        Sin embargo, así de repente la Iglesia católica, apostólica y sobre todo romana, ha encontrado su ‘salvador’. Y además en su propia casa, un obispo, perdón, arzobispo (subido en el escalafón por necesidad y premura para dotarlo de protagonismo y, atarlo en corto, que diría el pueblo llano). Se trata del personaje que ocupa la portada de la revista Vanity Fair en el día de hoy, un magazine mensual que se define como “revista de cultura, moda y política”, mmmm…si son estos los preceptos que la adjetivan no veo mucho sitio yo a un cura pero…con la iglesia hemos topado.

          Y en esas que Vanity Fair se ha decidido a ofrecer la portada al secretario personal del prefecto Benedicto XVI, el señor Georg Gänswein, el  ya mundialmente conocido como ‘George Clooney’ del Vaticano (increíble parecido con el actor estadounidense por cierto, aunque me atrevería a decir bajo mi modesta opinión que le supera en atractivo incluso).

        El “Padre Georg” ha ofrecido más minutos de gloria (con perdón) al Vaticano que decenas de viajes del Papa Ratzinger por todo el planeta. Superada la cuarentena, bueno, ya metido de lleno en la cincuentena (pero qué quieren que les diga, a veces la edad en lugar de mermar el atractivo lo exacerba, aquí el caso), el secretario de Benedicto aficionado al tenis, piloto de vuelo y profesor de esquí en sus tiempos mozos, mantiene la lozanía que muchos ya quisieran mantener y que muchas ya quisiéramos presenciar en nuestra cotidianeidad.

      En fin, que tiene razón el titular de “Vanity Fair”, ‘ser guapo no es un pecado’, a pesar de que much@s seamos l@s predispuest@s a incurrir en esa fase pecaminosa que con su caída de ojos y su sonrisa ladeada nos ofrece el Secretario del Papa.

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