viernes, 22 de febrero de 2013

EL SUEÑO ILIMITADO DEL LEVANTINISMO

         Hay situaciones tan inimaginables que ni existen en sueños. El presente del LevanteUD supera cualquier fantasía, estoy convencida que ningún granota (por muy de pro que sea) hace más de 4-5 años tuviera la fantasía de ver al equipo pasearse por Europa.
                                                     No me creo que alguien describió en su mente este presente.         El LevanteUD, un equipo que hace 6 años luchaba por sobrevivir como entidad, deslumbra en Europa y lo hace de forma sigilosa, con un grupo de jugadores que se ilusionan con cada cita, unos porque supone el retiro soñado a la profesionalidad ejercida durante años, otros porque debutan en un escaparate de ensueño.
          Y mientras los que nos sentimos aficionados no podemos más que frotarnos los ojos. La alegría es tan inmensa que nos envuelve en melancolía. Miramos atrás para disfrutar del presente, pero los recuerdos además de engrandecer la gesta nos cubre de nostalgia.
         Todos pensamos en los abuelos y los padres que nos inculcaron la pasión por una entidad que representaba el sentir de toda una sociedad. Sus raíces surgen en un barrio pesquero, republicano, símbolo del incipiente proletariado de los inicios del siglo XX, con un espíritu aventurero que le hace mimetizar ese juego del balón que llega por el mar desde otras tierras.
         El equipo del barrio crece, los problemas también y es obligado a emigrar.  Surge entonces la posibilidad de unirse a un club que representa otro espectro social, la burguesía valenciana. El Gimnástico, nacido en el corazón de la ciudad, es el elegido para viajar juntos, aquí ya no es el mar, es el rio Turia, la Virgen de los Desamparados y las Torres de Serranos sus símbolos.
         El Levante se desarraiga de su entorno pero encuentra acomodo en otros valores. Entre ambos crean nuevos principios, en las gradas de Vallejo se reúnen por igual los proletarios y pescadores que llegan en tranvía desde la periferia de la ciudad, con la burguesía de gabardina y puro, que cruza las Torres de la ciudad para ubicarse en el estadio. Todos unidos en unos colores, un símbolo y una nueva creencia: la del levantinismo.
         Pero determinadas fuerzas de la ciudad no atienden a este sentimentalismo creciente y surge la idea de “exiliar” por segunda vez a esta entidad de su hábitat. Se les “castiga” a otra zona periférica de la ciudad, barrio moderno con mimbres de espíritu trabajador pero ubicado en los límites de la ciudad. En la otra esquina, la huerta, de donde capta nuevos aficionados el equipo granota.
         El mar, los símbolos de la ciudad y la huerta. Pero la identidad sigue creciendo. Pocos aficionados disponen de tanto bagaje cultural adquirido por sus paseos por la geografía más próxima. Durante décadas cada fin de semana los partidos ante Gandia, Burjassot, Alzira, Paterna, Torrent, Xàtiva desplazan a los seguidores granotas por toda la provincia. Luego se cruzaría los límites y se viajará a Alicante, Elche, Castellón, Murcia, Tarragona, Terrassa, Manresa…
         Ese club, que con el inicio del siglo XXI parece renacer, recibe un nuevo golpe, pero esta vez, la riqueza cultural albergada durante años y años surge para rebelarse ante la adversidad. Vive su catarsis y cuando el entorno se tambalea aparece ese viejo pato convertido en cisne.
         Liberado de disfraces y con esa esbeltez que lo inunda de belleza toma las riendas de una vida centenaria para lucir más que nunca en lozana.
         Y ahora, el levantinismo no disimula su entusiasmo. Los que durante años buscábamos un equipo que triunfara para glosar con ilusión los fines de semana futbolísticos mientras sufríamos en categorías menores con nuestro LevanteUD, nos hemos liberado de envoltorios. Somos del LevanteUD y punto.
        Y estamos orgullosos, satisfechos, contentos e incluso nos podemos mostrar soberbios. Porque es la hora de sacar pecho, es el momento de destapar un sentimiento por el que se nos ha sonrojado en demasía.
        Todo esto ha conseguido este LevanteUD. Todo esto ha obtenido el colectivo de futbolistas que ha vestido la camiseta azulgrana los últimos 4 años, los entrenadores, los rectores pero también los trabajadores del club y sobretodo los aficionados. La satisfacción de ver poblada la grada del hoy Ciudad de Valencia de la tercera y cuarta generación de granotas que lucen orgullosos su levantinismo enorgullece.
         El fútbol es pasión y todos los clubes disponen de un ideario que los encumbra. El LevanteUD es uno más de ellos…pero para muchos es mucho más.
        Para los granotas de cor, es mucho más. Por eso hoy nos hemos despertado esperando el golpe, hoy volvemos a mirar alrededor y recibir felicitaciones de los rivales deportivos, pero también, en nuestra soledad de granota, nos seguimos pellizcando porque hay presentes que jamás han podido ser diseñados, en ningún sueño, en ninguna fantasía, en ninguna utopía….
        El LevanteUD está en octavos de la Europe League en el año de su debú en competición continental…Seguimos soñando.

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