domingo, 21 de diciembre de 2014

LA VIDA PESA

     Navegar hacia mar abierto un rato largo extenúa. Así también, a veces, vivir la vida agota. Bonita, única, insustituible, la vida es bella, pero no siempre se disponen de las fuerzas para subir a la meta, aislarse de coyunturas,  relativizar preocupaciones, domesticar sentimientos.
La vida pesa.  
     Un gesto la idolatra, una palabra la hace grande, un momento la convierte en única. Un paisaje, un horizonte, una (o varias) personas son invitaciones a amar la vida. Razones para luchar, excusas para agudizar la voluntad de ver el brillo del sol cada amanecer.
      Pero a veces faltan fuerzas. Desde la atalaya de una privilegiada vida con salud óptima, entorno apacible y/o problemas superables, es insultante el llanto jeremíaco.
 
        Y sin embargo, la vida pesa. El corazón llora sin razón, añora aquel lugar donde se fue feliz, extraña a aquella persona. Morriña del ayer, sufrimiento por la incerteza del futuro y se nos olvida que el hoy es ahora y solo el presente puede ser vivido.
     Los momentos son irrepetibles y los afectos son cambiantes. Y mientras tanto, la vida pasa. Y se buscan motivos pero a veces solo se encuentran decepciones.

     Ratos donde el alma se aflige. La felicidad se hace grande cuando es compartida, pero igual que el tiempo es inmisericorde, las emociones son salvajes y los afectos y las coyunturas cambiantes.
     Miras alrededor y descubres que la vida es bella, pero duelen los adioses, queman algunas distancias y faltan fuerzas. El hombre es un animal solitario, nace y muere solo, pero cuando la vida pesa, solo una (o varias) manos ofrecen la fuerza del viento que requiere seguir en esta travesía.
     La familia y los amigos son esos que siempre están, porque hay gente maravillosa y, sin embargo, sin motivo ni razón la vida duele. Buscas una nueva palabra, una nueva fuerza, un gesto, un silencio, una mirada o una nimiedad, esa excusa que te permita trivializar la rutina y otear el horizonte para obtener la fortaleza que te hace querer seguir.
Una persona, una ilusión, un momento, un sueño, un objetivo, un reto.
      A  veces la encuentras, otras la intuyes y solo, en contadas ocasiones, tienes la suerte de sentirla. Aunque jamás podrás asirte permanentemente a ella.
Y ya lo dijo Daudin,  “cuanto más vacía, la vida más pesa”

Seguidores