Rafa Nadal deja los JJOO de Rio de Janeiro con una medalla
de oro más en su excelente palmarés deportivo. No obstante, el verdadero éxito del
tenista mallorquín ha vuelto a ser, una vez más, su excelente competitividad y
ese mensaje subliminal verbalizado hace años por el talentoso deportista porque
“el éxito no es la victoria sino todo lo que has peleado por ganar”.
Rafa nos ha demostrado que, en efecto, a veces, ganar no es
lo importante.
Las lesiones han mermado últimamente el nivel competitivo de
un deportista excepcional que, sin embargo, cada vez es más sobresaliente y
singular como modelo ejemplarizante, no solo para deportistas sino para generaciones
enteras demasiado acostumbradas a rendirse frustradamente o a convertir el “laissez
faire” en modus de vida.
No vamos a analizar aquí la capacidad psicológica o el
manejo del “flow” interiorizado del que dispone Rafa Nadal. Expertos como el
prestigioso psicólogo del deporte, José Carrascosa, ya han analizado estos
valores de forma mucho más exhaustiva en artículos como el publicado en http://sabercompetir.com/ bajo el título de
“Los Valores de Rafa Nadal”.
Sin embargo, sin disponer de la capacidad intelectual para
analizar al personaje, como simple admiradora del manejo del estado mental de
su figura, me atrevo a plasmar sobre una hoja en blanco lo que es una simple
reflexión.