La vida sigue transcurriendo inefablemente y cada día te
suceden cosas, conoces gente, descubres afectos, llegan adioses, aprendes
lecciones, resuelves dudas, nacen sentimientos, pero siempre, siempre,
evolucionas, emites y produces permanentemente. Entre tanto cambalache, la noria
de la vida convierte siempre a algo
alguien en imprescindible, no porque la vida te obligue a ello, sino
porque son esos momentos, lugares o personas que siempre reconfortan, calman o
fortalecen para equilibrar los vaivenes del alma y el espíritu.
Todos recurrimos a ell@s, aunque a veces son las vicisitudes
de la vida la que te los acerca o aleja según necesites de ell@s para crecer
interiormente.
Son varios los eruditos que indican que es el individuo en
su soledad de sí mismo quien ha de aprender. La compañía es necesaria desde que
antropológicamente el ser humano es un ser social; no obstante, indican estos
estudiosos, ésta no debe convertirse en muleta dependiente que condicione el
desarrollo personal.
En este sentido, los padres no pueden modelar el entorno de
sus hijos en extremo construyendo a su alrededor una urna de oro inmaculada sin
problemas, preocupaciones ni heridas. Todos debemos disponer de la libertad de
errar, asumir dolor, generar alegrías y construir nuestras esperanzas. Al fin y
al cabo, solo nuestro comportamiento y emoción definirá nuestro carácter
siempre singular, siempre único, porque nadie es repetible.
Por eso, aunque se empeñe la psicología en reiterar que
nadie es imprescindible para nadie, personalmente prefiero aceptar la
afirmación si se completa con un “aunque todos somos irrepetibles”.
En mi proximidad (aunque supongo que ocurrirá a la casi
totalidad de los aquí lectores), sí hay gente imprescindible. Son esas personas
que escalan todas las murallas que, en ocasiones, tendemos a construir a
nuestro alrededor, por voluntad propia, coyunturas indomables o circunstancias adversas;
son aquellas que encuentran el sendero de ese refugio convertido en cueva donde
huimos en épocas de vagar perdidos; son las que siempre están porque mantienes
con ellas vínculos emocionales que se manifiestan públicamente en mayor o menor
medida, aunque se anidan perennemente en el rincón del alma que nos regala el
aire en épocas de asfixia.
Ellas son la alegría, la muleta, el apoyo y el sostén,
porque, de la misma manera que hay lugares donde siempre eres feliz, hay gente
especial, única y singular con quien siempre eres feliz, porque sí, son
imprescindibles, especiales e irrepetibles…..
A mi AMIGA "MONI", imprescindible, especial e irrepetible!!!!!
GR+
GRÀCIES! MERCI! THANKS!