València Básket disputa hoy, 17
años después de hacerlo en ese mismo escenario, la Final de la Copa del Rey de
baloncesto. Mucho hemos cambiado, demasiado, aunque ayer, ante el televisor tantos
recuerdos y emociones me hicieron
temblar evocando aquella otra final vivida por el equipo valenciano en el año
2000 casi en presente.
Por esa razón, este post hoy es más personal que
nunca, porque abrir ante un púbico indefinido los sentimientos es difícil pero,
a la vez, siento la necesidad de transmitir, contar y evocar.
Hoy València Basket juega su
quinta final de Copa, la tercera vez que lo hará en Vitoria, pero esta vez las
sensaciones son excelentemente positivas, ya no están en la cancha Nacho Rodilla,
Víctor Luego, Alfons Albert, César Alonso, Berni Álvarez ni J.Luis Maluenda,
aquellos magistrales jugadores que jugaron aquella final y que en Valladolid en
1998 alzaron ante el Joventut de Badalona el primer título oficial de un club
que existe en Valencia por la pasión por el baloncesto de una única persona,
Juan Roig.
Los amantes del básket en la
ciudad del Turia hemos disfrutado, llorado y vibrado con un equipo baloncesto que siempre ha representado la afición valenciana al baloncesto con dignidad, tanto en competiciones nacionales como europeas, por el empeño de un mecenas que quiso apostar por un equipo mediocre y en vías
de extinción hace 30 años y que lo ha llevado a la cúspide del Baloncesto
nacional con 3 Eurocup y 1 Copa del Rey.
No pretende ser esto un panegírico
al empresario valenciano, seguro que decenas de periodistas y medios lo harán
las próximas horas. Sin embargo, hoy, como simple aficionada y con la
perspectiva que ofrece haber vivido intensamente la historia de la entidad que,
disculpen, para mí siempre será PAMESA VALENCIA, resultaría incongruente no
reconocer el mérito de Juan Roig.
Aquel equipo que en 1990 iniciaba
su andadura en la élite y que me permitió siendo una humilde estudiante de CC de la Información ensamblar mi pasión por el baloncesto
con la de escribir. Aquella oportunidad de publicar artículos en aquellos
pequeños programas de mano que, confeccionados por Dani García Rausell (excelente persona
que seguro hoy volverá a vibrar con SU equipo), repartía la entidad en los
partidos disputados en la Fonteta fue la pequeña ventana desde la que vislumbré mi entusiasmo por el periodismo deportivo.
Aquella fue mi primera gran
vinculación con el Pamesa Básket "semiprofesionalmente". Por ello, mi enorme
agradecimiento y emocionado recuerdo a Dani G. Rausell.