lunes, 26 de junio de 2017

PROHIBIDO ERRAR

A veces se cometen errores, somos humanos y por mucho que la cita diga que hay que perdonar los errores primerizos, todos sabemos que una equivocación en esta sociedad te condena inexorablemente.  Es cierto que hay deslices tolerables, traspiés remediables, descuidos imprudentes, errores graves y despistes accidentales.

Pero en este siglo XXI, en este mundo mercantilista y globalizado, un equívoco no permite indulto, a no ser que te muevas entre esferas de altos vuelos donde las barbaridades se consideran deslices y algunos exabruptos simples lindezas.

Yo soy de las que erra porque, como diría una cantante de moda, “soy humana”. Pero además, soy de las que personas que, no solo gusta de pedir perdón sino que, a veces, me flagelo en exceso al cometer algún descuido.  

Creo que la autoexigencia es necesaria, así como la autodisciplina y el afán por mejorar, pero me equivoco y meto la pena algunas veces. Por eso, el haber cometido un desacierto y ser condenada, aunque éste sea el primer resbalón, y que ello origine  inusitadas consecuencias directas e indirectas a terceros, el malestar se convierte en un suplicio que solo curará el tiempo.

Estrenarse en el error siempre provoca desasosiego, pero acometer una pifia y que tu imprudencia afecte a terceros convierte la herida en desazón y angustia.

Hay errores deleznables y fiascos lánguidos y, como dice un buen amigo,  aunque “no he matado a Kennedy”, sí he cometido una imprudencia que ha provocado graves consecuencias para gente que, no solo había depositado su confianza profesional en mí, sino que, además, me ha demostrado una calidad humana y una comprensión extrema que los enaltece más en su profesionalidad y en mi agradecimiento hacia ellos.

No daré nombres, aunque sí gracias eternas por la condescendencia y la benevolencia que los engrandece en valores y principios fundamentales tan carentes en esta materialista sociedad.

El tiempo pasará, aunque hoy la herida sangre, la vida pese y la luz se vislumbre gris. A veces las alegrías son tan efímeras que todo se sucede demasiado rápido. Sin embargo,  la paz de la conciencia es asumir las responsabilidades y acatar las consecuencias del error y mañana…..mañana….,....sí Manolo (qué gran lección de vida del siempre #EternoPreciado), es verdad, “mañana volverá a salir el sol”.

Tal vez, puede que con ese nuevo amanecer dejemos de mirar atrás, porque como bien leí casualmente hace unos días (no recuerdo al autor) “no debemos mirar atrás a menos que vayas en ese sentido”.


Y la vida no nos permite el lujo de caminar hacia atrás así que, incluso desconcertada, miraremos adelante………puede que, a pesar de las consecuencias sobre terceros, mañana duela menos.

lunes, 19 de junio de 2017

EL LÍDER SILENCIOSO

La pasada semana el Levante UD anunciaba la continuidad de su proyecto deportivo con la renovación y ampliación de la relación contractual de Juan Ramón López Muñiz como entrenador del equipo que la próxima temporada volverá a militar en la élite del fútbol nacional.

El técnico asturiano tenía automáticamente su renovación con el Levante UD en caso de ascenso, pero bien han hecho Tito, Carmelo y el presidente Quico Catalán en asegurar la presencia de Muñiz y reforzar así el liderato sigiloso en la entidad de un hombre que ha conseguido que el Levante UD vuelva a Primera División batiendo records, pero sin la prepotencia que, en muchas ocasiones, su superioridad hubiera podido otorgarle.

No es J.R. López Muñiz un hombre de estruendos y protagonismo. Tal vez, los años compartidos con quien considera referente y amigo y uno de los técnicos nacionales más laureados en el espectro futbolístico internacional, el entrenador manchego Juande Ramos (poseedor de 2 Copas de la UEFA, 1 Supercopa de Europa, 1 Copa del Rey, 1 Supercopa de España y 1 Copa de la Liga en la Premier League), han marcado su actitud discrecional en los banquillos. 

Fue precisamente Juande Ramos el que vio las cualidades que como técnico disponía el asturiano y lo hizo partícipe de su equipo de trabajo la temporada 2003/2004 en el Málaga CF ejerciendo de segundo entrenador. Posteriormente, el tándem entre Juande y Muñiz se repetiría en el Dnipro de Ucrania, equipo que consiguieron clasificar para competición europea en 3 de las 4 campañas que permanecieron en el país del Este de Europa.

viernes, 16 de junio de 2017

VALÈNCIA BÀSKET, mi PAMESA, Campeón de Liga

Sinceramente no sé qué tiene el deporte, ni qué tipo de adrenalina, endorfina u hormona de la felicidad consigue generar en el aficionado cuando se consigue una victoria épica o se conquista un título para provocar unos sentimientos indescriptibles y un nivel de enajenación que, de verdad no oso conocer ni describir.

Ante esa amalgama de emociones, que oscila entre la alegría jubilosa y las lágrimas, he vuelto a sucumbir esta tarde-noche del 16 de junio de 2017 presenciando cómo se proclamaba, por primera vez en su historia,  Campeón de Liga ACB, el que para mí, siempre será PAMESA VALENCIA, hoy para todos Valencia Básket.

Hace años que dejé de ser socia y algunos menos que no acudo a la Fonteta. Tampoco tantos, porque, a pesar de finalizar bruscamente el ejercicio activo como periodista deportivo del que gocé durante dos décadas, seguí acudiendo con mi sobrino puntualmente a presenciar los partido de un equipo que se acomodó en el desván de mi corazón hace casi 30 años.



Hace 27 temporadas (la campaña 1990/91), todavía adolescente ilusionada (e ilusa aspirante a ejercer un periodismo que la vida me ha demostrado era utópico), mientras soñaba con ejercer la que, sin embargo, sigo considerando, como definía el añorado García Márquez, “la mejor profesión del mundo”, me convertí en aficionada de aquel Pamesa de Indio Díaz, Salva Díez, Brad Branson,  Wood o Sergio Coterón, que dirigido por el técnico  J.Antonio Figueroa (protagonista de mi primera entrevista pseudoprofesional en 1990 cuando en segundo curso de mis estudios de CC.de la información el profesor de redacción periodística nos pidió entrevistar a un personaje público para poner en práctica toda esa teoría que, los años te demuestran, sirven para bien poco) irrumpía sigilosamente en la élite del baloncesto nacional para cohabitar con los grandes que ese momento eran Estudiantes, Joventut, Breogán, TAU, CAI Zaragoza, Real Madrid o Barcelona de la mano del único responsable que esta ciudad del Turia tenga un conjunto de básket, Juan Roig.



Sin pretender abrir el libro personal de vivencias con nostalgia,  es inevitable que aquellos momentos, junto a los vividos ya como profesional al lado de compañeros de profesión en Ràdio 9 como Carles Baixauli, Artur Balaguer, Damià Vidagany o incluso Luis Urrutia, quien durante varios años fue mi jefe directo y quien, a pesar de las desavenencias personales posteriores esta tarde en el capítulo de recuerdos también ocupa un lugar protagonista en mi emoción, hoy estén pellizcando mi corazón y haciendo brotar, de forma inesperada, incluso para mí, unas lágrimas emocionadas ante la soledad de una pantalla de televisión (me ha resultado imposible conseguir una entrada).

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